La gran mayoría de la comunidad científica niega que haya evidencias suficientes que establezcan una relación entre el paracetamol y el autismo y califican las opiniones del presidente estadounidense de “irresponsables”.
El presidente Donald Trump encendió un nuevo debate en la comunidad médica y científica al sugerir que las mujeres embarazadas deberían evitar el paracetamol, insinuando una posible conexión entre este analgésico y el autismo. La declaración, realizada en una rueda de prensa conjunta con su secretario de Salud, Robert F. Kennedy Jr., ha provocado una oleada de críticas de expertos y organizaciones de salud a nivel mundial, que niegan rotundamente cualquier vínculo.
La controversia surge después de que la administración de Trump hiciera un llamado a la precaución con el medicamento, a pesar de que es uno de los pocos analgésicos que los médicos consideran seguros para su uso durante la gestación.
Tras las declaraciones del presidente estadounidense, una vasta red de organizaciones médicas y científicas salió al cruce para desmentir sus afirmaciones. El Colegio Americano de Obstetras y Ginecólogos (ACOG) reiteró que el paracetamol sigue siendo la primera opción para tratar la fiebre y el dolor en embarazadas. Del mismo modo, la Agencia Europea del Medicamento (EMA) y Autismo España han declarado que no existe evidencia científica concluyente que relacione el consumo de paracetamol con el desarrollo de autismo en niños.
En Argentina, la comunidad médica también ha respondido. La Sociedad Argentina de Pediatría (SAP) ha emitido comunicados en los que subraya que la relación entre el paracetamol y el autismo es una teoría no probada. El Dr. Ricardo Allegri, jefe de neurología cognitiva del Instituto Fleni, ha señalado públicamente que no hay estudios que demuestren una causalidad directa entre el medicamento y el trastorno. El consenso en el país es que seguir las recomendaciones médicas basadas en la evidencia es fundamental para la salud materna y fetal, y que abandonar un analgésico seguro por desinformación puede acarrear más riesgos que beneficios.
Un patrón de declaraciones controversiales
Las afirmaciones de Trump no son un hecho aislado. A lo largo de su carrera política, ha promovido otras teorías sin base científica sólida, como el uso de hidroxicloroquina para tratar la COVID-19. La presencia de Robert F. Kennedy Jr., un conocido activista anti-vacunas, en su gabinete de salud, ha sido interpretada por muchos como una señal de que esta administración podría priorizar posturas que cuestionan el establishment médico.
La difusión de esta información a través de las redes sociales, en particular en plataformas como TikTok, ha generado inquietud entre los expertos, quienes temen que la desinformación pueda llevar a las embarazadas a evitar un medicamento seguro para el dolor y la fiebre, lo que podría tener consecuencias negativas para su salud.




