Las terapias celulares ya han sido aprobadas y se utilizan en el tratamiento de varios tipos de cáncer. En el lupus, las células CAR-T se modifican para atacar la célula inmunitaria llamada linfocito B, responsable del desarrollo de la enfermedad.
El lupus eritematoso sistémico (LES) es una enfermedad autoinmune compleja con un espectro de manifestaciones muy diferentes y una gravedad variable. Esto hace que la enfermedad sea difícil de diagnosticar y tratar, con el objetivo de ponerla en remisión más que de curarla.
Los síntomas más comunes del lupus son dolor e inflamación en las articulaciones, así como varios tipos de erupciones cutáneas, siendo las más típicas las que presentan un patrón de «mariposa» en las mejillas y la nariz, o lesiones oscuras, circulares y escamosas de forma «discoide». También puede presentarse una inflamación más significativa de órganos, especialmente en los riñones, que puede requerir diálisis o trasplante.
Sin embargo, muchos otros síntomas pueden ser más sutiles y diferentes entre pacientes, lo que lleva a la reputación de que la enfermedad es un misterio cruel debido a su efecto significativo en la calidad de vida y su naturaleza a menudo difícil de diagnosticar.
Recientemente, las pruebas de tratamientos conocidos como terapias celulares, a menudo llamadas “CAR-T”, han demostrado ser prometedores más allá de los medicamentos tradicionalmente utilizados para tratar el lupus, lo que lleva a muchos a preguntarse si es posible una cura para esta enfermedad.
Actualmente se están realizando ensayos clínicos de fase temprana para determinar la seguridad y eficacia de esta terapia en el LES, con informes preliminares de pacientes que responden excepcionalmente bien.
¿Cómo se utiliza CAR-T en el lupus?
Las terapias celulares ya han sido aprobadas y se utilizan en el tratamiento de varios tipos de cáncer. En las terapias más comunes, se extrae sangre del paciente y se aíslan células T de su propia sangre, las cuales se modifican genéticamente para atacar las células cancerosas.
Estas células modificadas luego se infunden nuevamente en el paciente después de recibir dosis de quimioterapia, que actúan para estimular las células CAR-T para que se expandan y destruyan las células cancerosas.
En el lupus, las células CAR-T se modifican no para atacar el cáncer, sino a un tipo diferente de célula inmunitaria llamada linfocito B. La inflamación en el LES se debe a la hiperactividad del sistema inmunitario, que ataca al organismo. Los linfocitos B desempeñan un papel fundamental en este proceso, ya que inducen la creación de anticuerpos que dañan el tejido sano.
Existen varios medicamentos exitosos contra el lupus que atacan a las células “B”, pero las terapias celulares agotan estas células de manera más completa en todo el cuerpo.
Cómo se prueba la terapia CAR-T en pacientes con lupus
Varios ensayos en curso evalúan terapias celulares en pacientes con lupus. Estos ensayos en fase inicial incluyen pacientes con cuadros más graves de la enfermedad y que han fracasado con múltiples tratamientos previos.
La mayoría de los ensayos incluyen pacientes con enfermedad renal, mientras que algunos también incluyen otras manifestaciones, como artritis debilitante o erupciones cutáneas que afectan la vida diaria de los pacientes. Dado que se trata de un nuevo tratamiento para el lupus y que la mayoría de los protocolos actuales de terapia CAR-T incluyen quimioterapia que puede tener efectos secundarios significativos, los ensayos iniciales se limitan a pacientes con enfermedad grave, en quienes los beneficios superan los posibles riesgos.
La mayoría de los ensayos clínicos CAR-T actuales están en fase 1, en la que el objetivo principal es evaluar la seguridad de un tratamiento experimental, aunque también se estudia la eficacia de la terapia.
En estos estudios, los primeros pacientes recibirán una dosis determinada, se les controlará para detectar efectos secundarios y se les realizarán análisis de sangre para identificar cómo interactúan el cuerpo y el tratamiento. Si no surgen problemas significativos, se podrán estudiar dosis más altas hasta determinar la dosis ideal.
En los ensayos de fase 2 y fase 3 se estudia a más pacientes, y si bien la evaluación de la seguridad sigue siendo importante, la eficacia del tratamiento se convierte en el resultado principal. Si un fármaco tiene un resultado positivo en un estudio de fase 3, suele recibir la aprobación de la Administración de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA) para su uso.
La FDA ha acelerado el desarrollo de muchas terapias CAR-T, pero aún suelen pasar años antes de que estén disponibles para todos. Hasta entonces, los pacientes que cumplan los criterios para ensayos clínicos podrían inscribirse en uno de los principales centros académicos que también son centros clínicos, como NYU Langone Health.
¿Cuáles son algunos de los hallazgos iniciales obtenidos hasta el momento para los pacientes que se someten a ensayos de fase 1?
Estamos viendo resultados sin precedentes. Los médicos que tratan el lupus tradicionalmente han dudado en usar la palabra «cura» porque, incluso con nuestros tratamientos más efectivos, los pacientes pueden presentar brotes y, por lo general, se requiere el uso prolongado de al menos algún medicamento.
Con las terapias celulares, estamos viendo respuestas significativas con una rápida resolución de las anomalías tanto clínicas como de laboratorio, incluso en pacientes con manifestaciones orgánicas como la enfermedad renal.
Lo más significativo es que, cuando observamos la composición real de las células inmunes después de la terapia CAR-T, vemos que las células B regresan después de la quimioterapia como “ingenuas”; es decir, ya no atacan el tejido sano.
Es probable que por esta razón los pacientes que reciben estos tratamientos no sólo hayan mejorado sus síntomas y resultados de laboratorio, sino que también hayan podido suspender sus otros medicamentos para el lupus.







