Según una reciente encuesta del Observatorio de Psicología Social de la UBA, un 60% de la población presenta alguna alteración del sueño. Las cifras son tan preocupantes como durante la pandemia y estos datos nos llevan a una conclusión rápida: los argentinos tenemos problemas severos para dormir.
El sueño es una función biológica que nos ayuda a recuperar nuestra energía. Sin embargo, no siempre somos conscientes del papel que tienen las hormonas del sueño en distintos procesos y sistemas de nuestro cuerpo, como por ejemplo, el metabolismo. El cortisol, a la que llaman la “hormona del estrés” juega un papel crucial en nuestra calidad de sueño. Por lo general, los niveles de cortisol son más altos por la mañana y disminuyen a medida que avanza el día, alcanzando su punto más bajo durante la noche, pero no siempre es así.
«Dormir es un proceso activo y reparador»
Dr. Juan Pablo Zorrilla
El Dr. Juan Pablo Zorrilla, neurólogo y especialista en temas del sueño, considera que “no deberíamos estar hablando del sueño y el cortisol porque no es una asociación biológicamente recomendable, ya que nosotros cuando dormimos los niveles de esta hormona debería disminuir hasta su mínima expresión”.
Explica que “el cortisol está diseñado para ayudar a nuestro organismo como un mecanismo de defensa o de huida, nos prepara para afrontar situaciones de estrés y activa una cascada de hormonas para activarnos; pero todo esto sucede durante el día y ante determinadas circunstancias, pero en la noche debería tener un descenso escalonado a niveles muy bajos”.
“Dormir es un proceso activo y reparador; hoy en día se plantea el dormir como perder el tiempo y se hace una prolongación de nuestro día, trabajando, estudiando o aún jugando en línea, en el caso de los más jóvenes, durante la noche”, señala Zorrilla.
Estas actividades generan una invasión de hormonas que van en contra de la necesidad que tiene nuestro cuerpo de bajar todos los niveles orgánicos a valores muy bajos para iniciar un proceso de reparación: “Al dormir baja nuestra frecuencia cardíaca, disminuye la presión arterial, provocando un equilibrio en nuestro cuerpo que llamamos homeostasis”, explica el especialista.
En este sentido, el Dr Zorrilla comentó sobre un trabajo de investigación sobre la alimentación y el sueño que consistió en que un grupo de personas con problemas de obesidad a quienes se aplicó una dieta hipocalórica muy estricta y una correcta cantidad de horas de sueño, pudieron bajar de peso sin mayor dificultad, mientras que otro grupo con idéntico plan de alimentación, pero sin las mismas horas de sueño, no pudo lograr el objetivo de adelgazar. “Esto se debe a que el cortisol es una hormona que altera el metabolismo de los hidratos de carbono y la grasa en nuestro cuerpo; si tengo altos los niveles de cortisol, seguramente voy a desarrollar resistencia a la insulina, voy a aumentar de peso, voy a aumentar la grasa a nivel abdominal, porque eso es lo que hace el cortisol”, sostiene.
En cuanto al sueño, el cortisol produce un disturbio en el sueño en forma reiterativa; es decir, que el aumento de esta hormona no va hacer dormir muy superficialmente, con despertares frecuentes durante la noche, impidiendo el proceso de autorregulación que debe producirse durante el sueño.
Recomendaciones
“Hoy el principal factor que no nos permite tener un buen sueño, son los dispositivos electrónicos o pantallas, porque más allá del contenido, la luz que se genera dispara en nosotros una alerta que nos dice que es de día y se activan las hormonas que no nos dejan conciliar el sueño; por ello, mi principal recomendación es dejar las pantallas fuera de la habitación”, afirma Zorrilla.
“Si no podemos dejar de lado un dispositivo, no habrá medicación que nos haga dormir bien”, resaltó el especialista. En este sentido, hizo hincapié en que la medicación no cura los trastornos del sueño, porque son patologías muy complejas. “Con la farmacología actual podemos hacer dormir a una persona, pero los efectos adversos son muy costosos”, concluye el especialista.



