En Argentina, dos de cada cinco personas padecen enfermedades hepáticas. Entre las más frecuentes se encuentran la hepatitis, el hígado graso y la cirrosis.
El hígado es el órgano de mayor tamaño dentro del cuerpo. Ayuda al organismo a digerir los alimentos, almacena energía y elimina toxinas. Existen muchos tipos de enfermedades hepáticas: algunas son causadas por virus, como las hepatitis; otras relacionadas con el consumo de ciertas sustancias, como la cirrosis y otras que pueden ser hereditarias, como la enfermedad de Wilson.
El doctor Sebastián Figueroa Escuti, hepatólogo del Hospital Privado Central de la Red Imac, explica que las enfermedades del hígado pueden dividirse en dos grandes grupos: las agudas y las crónicas.
“Las agudas generalmente son provocadas por virus o por medicamentos o sustancias como el alcohol; son de reciente comienzo y habitualmente tienen una manifestación clínica, es decir que el paciente experimenta algún síntoma; como malestar, dolor y cambios en la coloración de la piel, materia fecal u orina”.
“Pero las enfermedades hepáticas más peligrosas o que generan más complicaciones a largo plazo, son las llamadas crónica, que son silentes o asintomáticas”, sostiene el especialista, y se determinan muchas veces de casualidad, por algún análisis de rutina, en una ecografía o en una tomografía que se pidió por otro motivo. “Esto es muy frecuente en las consultas que recibimos los médicos hepatólogos”.
Según las estadísticas, las enfermedades hepáticas causan más de dos millones de muertes al año (cirrosis, hepatitis vírica y cáncer de hígado) y representan el 4 % de todas las muertes a nivel mundial (1 de cada 25 muertes); 1 de cada 3 muertes relacionadas con el hígado se produce en mujeres. Según esta estimación, el cáncer de hígado causa entre 600 000 y 900 000 muertes.
En Argentina, dos de cada cinco personas padecen enfermedades del hígado. Entre las más frecuentes se encuentran la hepatitis, el hígado graso y la cirrosis.
En este sentido, el Dr Figueroa hizo hincapié en “la importancia que tienen los controles de salud estando sanos, no esperar a tener síntomas o sentirse mal para hacer estudios clínicos, porque muchas veces llegamos demasiado tarde a la consulta”.
“Con el tiempo disponemos cada vez de más opciones para detectar las patologías de este tipo y lo bueno de esto es que cuanto más temprano encontremos el problema, antes vamos a poder actuar y modificar el pronóstico de ese paciente”, expresó Figueroa.
Elastografía, la nueva tecnología de diagnóstico
Los estudios de rutina como son un hepatograma o una ecografía de abdomen que salen alterados, pueden decirnos que algo anda mal en nuestro hígado y dar lugar a otros exámenes más específicos que podrían llevarnos a la enfermedad puntual.
“Los hepatólogos somos una especie de investigadores de hepatogramas o ecografías hepáticas alteradas”, explica el Dr Figueroa y agrega que existen entre 15 y 20 enfermedades que afectan al hígado y cada una tiene un pronóstico y un tratamiento diferente.
Una de las novedades que tenemos en la especialidad en todo el mundo, y por suerte, en Salta también, es un nuevo aparato, diseñado en Francia hace 7 u 8 años, que realiza elastografías, un estudio que permite medir rápidamente, de una manera confiable y no invasiva, a través de ondas vibratorias, el grado de fibrosis que tiene el hígado.
“La fibrosis es la manera más simple y confiable que tenemos los médicos de evaluar en qué estadío se encuentra la enfermedad hepática y podemos estimar que tan lejos o cerca está el paciente de una cirrosis”, dice Figueroa.
En este particular, el especialista hizo la salvedad que no necesariamente la enfermedad de cirrosis está relacionada con el abuso de alcohol. “Esto representa la tercera causa de cirrosis en casi todas partes del mundo; las principales causas son el hígado graso y la hepatitis C”.
El hígado graso es la enfermedad hepática más frecuente en los países desarrollados, al punto de ser una epidemia, sostiene el Dr Figueroa y agrega que “debemos ir a la causa de por qué el hígado acumula más grasa de lo normal y la respuesta está en que la mayoría de los pacientes tienen obesidad, colesterol alto, triglicéridos altos, los niveles elevados de insulina o diabetes sin tratar y por lo general, es sedentario. Estamos hablando de estilos de vida poco saludables, por eso decimos que es una epidemia en países desarrollados”.
Finalmente, el hepatólogo expresó que “es importante pensar que el hígado graso no es la causa de la enfermedad, sino la consecuencia de una serie de desbalances en el organismo y el hígado no es el culpable, sino la víctima”.




