Un nuevo estudio señala que la capacidad cardiorrespiratoria es mucho más crucial para predecir el riesgo de mortalidad por cualquier causa que el peso de una persona.
Entre los pilares de salud reconocidos y aceptados por las principales autoridades médicas y sanitarias se hallan la buena nutrición, el ejercicio físico, el sueño reparador y la relajación. Todos ellos contribuyen, de alguna u otra manera, a mantener nuestro cuerpo en forma y en unos rangos de peso saludables, dos condiciones consideradas indispensables para tener más probabilidades de vivir una vida larga y libre de enfermedad.
Un estudio reciente con datos de casi 400.000 personas, no obstante, parece indicar que el estado de forma, determinado por la capacidad cardiorrespiratoria, resulta mucho más crucial para predecir el riesgo de mortalidad por cualquier causa que el peso de una persona y afirma el concepto de fat but fit (gordo pero en forma) o de la persona con sobrepeso pero metabólicamente sana.
“El hallazgo principal de nuestro estudio es que la capacidad cardiorrespiratoria, descrita por el consumo máximo de oxígeno, es un predictor importante de la mortalidad por cualquier causa y por enfermedad cardiovascular. Una vez que los datos se ajustaron por el consumo máximo de oxígeno, las categorías de índice de masa corporal (peso normal, sobrepeso u obesidad) no fueron predictoras del riesgo de muerte. Es decir, que una vez que se tuvo en cuenta la condición física, la cantidad de grasa no predecía el riesgo de muerte”, explica Siddhartha Angadi, fisiólogo del ejercicio de la Universidad de Virginia (EEUU) y autor principal del estudio.
Según el investigador, en ese sentido, los beneficios del ejercicio físico para mejorar la capacidad cardiorrespiratoria se obtendrían incluso en ausencia de pérdida de peso. “El entrenamiento físico produce mejoras agudas y crónicas en el control de la glucosa en sangre, la resistencia a la insulina, la función cardiovascular, la inflamación y la acumulación de grasa en órganos como el hígado que están relacionados con resultados de salud positivos”, sostiene Angadi. Estudios previos del experto ya habían demostrado precisamente eso: que el riesgo de mortalidad asociado con la obesidad se atenúa o elimina en gran medida con niveles de moderados a altos de aptitud cardiorrespiratoria o actividad física, independientemente de que exista pérdida de peso.
“Los resultados no son tan sorprendentes. En nuestro departamento llevamos mucho tiempo defendiendo que diferentes parámetros antropométricos que definen la situación de delgadez, sobrepeso u obesidad no nos dicen toda la verdad, son incompletos”, sostiene Javier Escalada, director del Departamento de Endocrinología y Nutrición de la Clínica Universidad de Navarra. Según el experto, de hecho, cuando se hacen estudios más profundos de composición corporal, el porcentaje de grasa corporal se encuentra en rango de obesidad en hasta un 30% de las personas con normopeso y hasta en un 80% de las personas con sobrepeso. “Hay mucha más obesidad oculta debajo de parámetros que parecen normales”, sostiene Escalada, que destaca la necesidad de hacer estudios más completos que, además del peso y la composición corporal, analicen la funcionalidad de los pacientes (pruebas para analizar la función muscular, test de sentarse y levantarse, prueba de marcha de seis minutos, etc.): “Eso es lo que define realmente el estado funcional de una persona y es lo que está muy relacionado con la morbilidad y la mortalidad”.
Una visión “holística” para mejorar el estado físico y el peso
Angadi destaca que los resultados de su estudio revelan la importancia de “seguir las recomendaciones de las principales asociaciones médicas para la condición aeróbica y muscular”: realizar actividad de intensidad moderada (como caminar a paso ligero) durante 150 minutos o más por semana o, si se prefiere, 75 minutos por semana de actividad vigorosa; y a ello sumar la realización de ejercicios de fortalecimiento muscular al menos dos veces por semana.
No obstante, no hay que quitarle valor a la dieta, ni a la farmacología, ni a la cirugía, ni al ejercicio. Al final, lo más efectivo es un abordaje multidisciplinario en el que, por supuesto, el ejercicio físico debe ser clave, ya que metabólicamente va a alargar la vida y va a posponer la enfermedad, que es lo que todos buscamos.






